Tú permitirás, Dios Todopoderoso, que me dirija a Ti,
y que te hable con total libertad; yo, que sólo soy tierra y polvo,
y sin embargo estoy encadenado por Tu amor.
Antes de conocerte, no existía, era infeliz,
el sentido de la vida era desconocido para mí y en mi ignorancia
mi ser profundo me escapaba.
Gracias a Tu misericordia, comencé a existir:
ahora sé, sin ambigüedad, que tuve la existencia por Tu bondad.
Sé que Tú, que no necesitabas que yo existiese,
no me diste la vida para ser desgraciado.
Concédeme que te adore, nuestro Padre y a tu Hijo contigo;
para ser digno del Espíritu Santo que procede de Ti
por el único Hijo.
Amén
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