La Eucaristía según Benedicto XVI: el sorprendente mensaje

Cada Santa Misa es un encuentro. ¿Pero con quién? La sorprendente enseñanza de Benedicto XVI sobre la Eucaristía es un regalo precioso para el corazón de cada creyente

Benedetto XVI
Benedetto XVI (photo ANSA)

La Santa Misa, según la enseñanza que nos ofrece Benedicto XVI, es un encuentro con un peregrino muy especial, un peregrino que viene… y que viene siempre.
Este peregrino es capaz de cambiar la dirección de nuestro camino.
Entonces, ¿qué ocurre realmente durante la Misa?

La respuesta a esta pregunta se encuentra en las palabras de Joseph Ratzinger, entonces Papa Benedicto XVI, quien nos ofrece una de las reflexiones más profundas de nuestro tiempo.
Para muchos, la Misa se convierte casi en un rito familiar, repetitivo.
Pero si tratamos de verla con los ojos del entonces Pontífice, todo cambia.

Benedicto XVI nos recuerda que cada celebración, cada Eucaristía, es un encuentro desconcertante, que transforma la vida, un encuentro sobre el que debemos reflexionar y orar intensamente.
Después de todo, Ratzinger fue un Papa teólogo, nunca banal, siempre profundo.
Y también en esta ocasión nos deja algo verdaderamente sorprendente.

La Iglesia, en la Eucaristía, saluda al Señor no solo como el que está presente, sino como el que viene.
Y es fundamental detenerse a reflexionar sobre este verbo —venir— al que el Papa añade otra palabra clave: “continuamente”.

Benedicto XVI: su pensamiento sobre la Eucaristía

El pensamiento del entonces Pontífice sobre la Eucaristía es profundamente simbólico y lleno de sentido.
Sus palabras son un verdadero don:

“La Iglesia saluda al Señor en la Santa Eucaristía como Aquel que viene ahora, que ha entrado en medio de ella. Y al mismo tiempo lo saluda como Aquel que permanece siempre como el que viene, y que nos prepara para su venida. Como peregrinos vamos hacia Él; como peregrino, Él viene a nuestro encuentro y nos involucra en su ‘ascenso’ hacia la cruz y la resurrección, hacia la Jerusalén definitiva que, en la comunión con su Cuerpo, ya está comenzando a desarrollarse en medio de este mundo.”
(Fuente: Benedicto XVI, “Jesús de Nazaret”)

El Reino de Dios que toma forma

La imagen que utiliza Benedicto XVI para transmitir este mensaje simbólico es muy potente.
Somos peregrinos que vamos hacia Él durante la Eucaristía,
pero Cristo también es peregrino que viene a nuestro encuentro.

Se trata, entonces, de dos caminos que se cruzan y se funden en la Eucaristía.
Y no es todo: el Papa nos invita a seguir a Cristo en su ascenso.

Este término, junto con los demás, no es elegido al azar.
Es un ascenso hacia la Cruz, por un lado, y hacia la Resurrección, por el otro.
Es una subida ardua, pero también gloriosa.
Ese es el camino que lleva a la salvación definitiva.

Un momento eterno

Cada vez que participamos en la Eucaristía, estamos implicados en un momento fuera del tiempo,
un instante eterno.

Benedicto XVI nos recuerda que durante ese momento no somos simples espectadores,
sino actores dentro de un misterio que puede transformarnos radicalmente.

El Papa habla de esa “Jerusalén definitiva” que está lista para florecer como una semilla
en nuestra vida concreta,
en la historia de cada uno de nosotros.

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