San Juan, dentro del cristianismo primitivo, desempeñó un papel de primerísima importancia. También en lo que respecta al desarrollo del movimiento cristiano, el Santo Evangelista representa una figura emblemática. Pero, ¿por qué es considerado por los teólogos como una “columna” de la Iglesia Madre?

Muchos son los teólogos que se han ocupado de la figura de San Juan Evangelista. Para ser precisos, esta extraordinaria figura del mundo cristiano no ha despertado solo el interés de la teología, sino también de la historia, la antropología y muchas disciplinas que se ocupan, en general, de los tiempos más remotos. La primera de todas las cuestiones que muchos estudiosos se han planteado es la coexistencia, en una sola persona, del evangelista, del autor del Apocalipsis y del discípulo de Jesús. Un interesante estudio del biblista Gianfranco Ravasi, además, ha puesto de relieve uno de los muchos aspectos ligados a esta figura extraordinaria: el hecho de que el Apóstol de los gentiles, San Pablo, lo considera una de las “columnas” de la Iglesia Madre de Jerusalén, junto con Pedro y Santiago.
San Juan, columna de la Iglesia
Testigo privilegiado de la Transfiguración, testigo de la agonía de Cristo en Getsemaní, así como de la crucifixión de Jesús, San Juan se sitúa en el centro de todo camino cristiano. Más aún, su papel se vuelve central después de la Resurrección. Su presencia en Jerusalén, junto con la de los demás apóstoles, lo convirtió en una de las figuras de referencia de la primitiva comunidad cristiana. Esto llevó a San Pablo a nombrar a Juan como “columna” del cristianismo. Este término aparece en el Nuevo Testamento; en particular, lo encontramos en la Carta a los Gálatas. En el capítulo segundo de este texto, Pablo decía: “Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la mano derecha en señal de comunión”.
El papel del Santo
Habiendo sido uno de los testigos más directos de los acontecimientos terrenales de Jesús, especialmente de los relacionados con su Pasión, Juan desempeñó un papel central. Tras la muerte y resurrección de Jesús, el evangelista continuó predicando la palabra de Cristo y apoyando a la naciente comunidad cristiana. A pesar de que sus actividades, más adelante, se trasladaron a distintos lugares, como Éfeso, su vínculo con la ciudad de Cristo permaneció muy fuerte. De ahí la decisión de Pablo de nombrarlo columna, junto con las otras dos figuras mencionadas. Tal como una columna, Juan sostuvo el peso de la primera evangelización, de las primeras conversiones y, sobre todo, de las primeras persecuciones. Sin embargo, lo que Juan nos deja como herencia es un bien muy valioso: sus palabras, tan poderosas y llenas de significado teológico, son un verdadero tesoro cristiano.