El Papa Francisco nos ofrece una enseñanza fundamental sobre la felicidad, advirtiéndonos contra una llamada fe solitaria y autorreferencial. Quien se aísla del camino de Dios, en efecto, se priva de algo, nos enseña Bergoglio. Una invitación a redescubrir la esencia de la esperanza y de la felicidad.

Lo que nos ofrece el Papa Francisco parece, más que nada, una frase susurrada por el eco de una gran sabiduría antigua. Sin embargo, el Pontífice, que hace poco ha llegado a la Casa del Padre, nos ofrece una enseñanza profundamente moderna y actual. El Papa Francisco nos habla de la felicidad, y lo hace a su manera: con palabras que, en apariencia, parecen muy simples, pero que nos advierten del error y del riesgo de tomar el camino equivocado.
Nos preguntamos qué quiere decir el Papa cuando afirma que la fe solitaria y autorreferencial nos priva de algo. Como ha sucedido muchas veces durante su pontificado, detrás de un lenguaje sencillo se esconde siempre una profundidad teológica y humana desarmante.
La modernidad, por su parte, nos ha enseñado que la conciencia es sagrada, y es cierto. Pero el Pontífice interviene, en este sentido, para recordarnos que la conciencia no es un monólogo. Es, más bien, una escucha: la escucha de Dios, pero también del pueblo, de la historia.
Papa Francisco y la lección sobre la felicidad
El Papa Francisco, en uno de sus numerosos discursos, nos decía que:
“Quien aísla su conciencia del camino del pueblo de Dios no conoce la alegría del Espíritu Santo que sostiene la esperanza”
(fuente: pensamientos del Papa Francisco).
El Pontífice, en su discurso, une dos palabras que aparentemente parecen lejanas: alegría y pueblo. Hoy, de hecho, estamos cada vez más inclinados a pensar que la alegría es fruto de una conquista personal, del bienestar y también de la autorrealización. Pero, en la enseñanza del Papa, hay un cambio de perspectiva. La verdadera alegría, la verdadera felicidad, nos enseña el Papa Francisco, es la del Espíritu Santo, que nace cuando se camina juntos, con esfuerzo y con esperanza, como pueblo.
La espiritualidad del “nosotros”
Lo que el Papa Francisco quiere enseñarnos es la espiritualidad del “nosotros”. ¿Qué significa esto? A menudo, el entonces Pontífice hablaba de los límites de una Iglesia autorreferencial, encerrada en sí misma, más preocupada por la doctrina que por las personas.
En este sentido, ponía en juego el “nosotros”, un verdadero ejemplo de mística concreta, que se vive en el pueblo, en comunidad, en los sufrimientos compartidos, en las preguntas comunes. El pueblo de Dios, entendido como el conjunto de los fieles, vive el camino en comunidad. Solo así, la felicidad y la salvación se hacen posibles, al igual que la verdadera alegría.
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