El Evangelio del día 20 de julio nos lleva a un contexto muy particular, el de una escena familiar, a la vez sencilla y llena de significado. Una casa, dos hermanas, y Jesús que entra en su vida cotidiana. ¿Qué sucede en este encuentro?

El contexto en el que se inserta el Evangelio del día 20 de julio es el de un pueblo, donde Jesús es invitado. Marta, una mujer ocupada en el servicio doméstico, hospeda al Cristo. El ambiente donde todo sucede es terreno, casi hogareño, y sin embargo de esta escena emerge una reflexión profunda. Jesús no es solo un caminante o un maestro, sino quien trae una novedad que se revela en las acciones más simples de la vida. Su presencia transforma un momento ordinario en una ocasión de elección interior.
Evangelio del día, 20 de julio: diferentes perspectivas
Del Evangelio según Lucas – Lc 10,38-42
En aquel tiempo, mientras iban de camino, Jesús entró en un pueblo y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Pero Marta estaba ocupada con muchos quehaceres. Entonces se acercó y le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me ayude».
Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, tú te preocupas y te afanas por muchas cosas, pero solo una cosa es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada».
Lo que representan las dos hermanas, Marta y María, es la diferente actitud que se puede tener ante la presencia de Jesús. Marta está ocupada con los quehaceres, preocupada y quizás inquieta por tener que hacerlo todo sola. María, en cambio, tiene una actitud distinta a la de su hermana: elige sentarse a los pies de Jesús, escuchando su palabra. No se trata solo de gestos, sino de dos modos de existencia: por un lado, el hacer; por otro, el ser. Marta se afana, María se entrega a la escucha.
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