Un terrible accidente sacudió ayer la ciudad de Daca, dejando un saldo trágico. Esto es lo que ocurrió en uno de los eventos más dramáticos de los últimos tiempos en Bangladés.
Accidente en Bangladés (Ansa photo)
En Daca, Bangladés, una jornada escolar se convirtió en tragedia cuando un avión de entrenamiento de la Fuerza Aérea se estrelló contra un campus lleno de estudiantes. El saldo es dramático: 18 muertos y más de 160 heridos. Según informa Vatican News, durante las horas de clase y mientras se realizaban exámenes, un avión militar se precipitó sobre el Milestone School and College. La mayoría de los heridos son estudiantes, según la información disponible. El impacto del jet, ocurrido mientras se desarrollaban las actividades escolares, afectó a numerosas personas. Los heridos fueron trasladados a varios centros médicos, incluido un hospital militar, debido al alto número de pacientes y la gravedad de las lesiones.
Accidente en Bangladés: la emergencia
La ciudad de Daca está viviendo una verdadera emergencia. El accidente ha sacudido profundamente a toda la comunidad educativa y a la población de la capital. El barrio de Uttara, normalmente animado por la presencia de estudiantes, se ha visto envuelto en una ola de preocupación.
Lo ocurrido
¿Qué ocurrió? Según informa Vatican News, un avión de la aviación de Bangladés, un F-7 BGI, se precipitó repentinamente sobre el edificio, provocando un incendio inmediato. En el trágico desenlace, con más de 150 heridos y 18 muertos, es más necesario que nunca detenerse a rezar: por las víctimas y por sus familias.
La oración se vuelve más que nunca fundamental. En momentos como este, cuando una tragedia golpea de manera tan repentina y devastadora, la oración es más que un acto espiritual: es un gesto de cercanía, de profunda solidaridad, de humanidad compartida. Nuestras oraciones, aunque susurradas en soledad, pueden convertirse en una caricia invisible para quienes sufren, un abrazo que cruza fronteras. Orar por ellos es una manera de decir: “No están solos”, de confiar al Cielo esas preguntas sin respuesta, ese dolor que no se puede explicar. En este sentido, la oración se convierte en un gesto que, en su sencillez, es profundo y nos une como comunidad humana más allá de cualquier distancia. Cada oración, cada pensamiento dirigido a quienes sufren, puede ser una luz encendida en la oscuridad. En silencio, podemos hacer mucho más de lo que imaginamos.