Una entrada solemne que se convierte en oración: en Belén, la misión de paz del nuevo Custodio de Tierra Santa. El padre Francesco Ielpo fue recibido con calidez y esperanza en su primera entrada oficial en Belén.

Con un mensaje fuerte y sencillo, centrado en la paz, la fraternidad y la esperanza compartida, el padre Francesco Ielpo realizó su entrada solemne en el territorio del Estado de Palestina. Según informa Vatican News, el nuevo Custodio franciscano de Tierra Santa fue recibido en Belén por una multitud participativa y por un numeroso grupo de frailes provenientes de Jerusalén, entre ellos el vicario custodial, el padre Ibrahim Faltas. La acogida por parte de las autoridades religiosas y civiles expresó el vínculo profundo entre la comunidad local y la presencia franciscana.
Belén: la misión del nuevo Custodio
Un importante intervención, la del nuevo Custodio de Tierra Santa. El padre Ielpo, según se sabe, se definió como “peregrino de oración”, venido a compartir con la comunidad local no solo un título, sino una vocación: la de buscar juntos los dones de la fraternidad, el diálogo, la reconciliación y el perdón. Su misión se abre así bajo el signo de la humildad y la cercanía espiritual.
La entrada oficial
El momento de oración y, por tanto, la ceremonia, se llevaron a cabo, según se sabe, en la iglesia de Santa Catalina, contigua a la Basílica de la Natividad. Aquí, el padre Ielpo dirigió su primer saludo público, breve pero lleno de significado.
La bendición del Dios que se hace hombre
Un pasaje no menos importante se refiere a la bendición que el nuevo Custodio en Belén quiso enviar por medio del Dios que se hace niño. Dios, de hecho, se hizo carne en la sencillez de un pesebre. El Custodio concluyó su discurso invocando la bendición del Niño de Belén sobre todos los presentes. Sus palabras resonaron como un deseo y un compromiso: “El Dios niño depositado en el pesebre los bendiga a todos”.
Un pasaje importante: la paz
Tal como a menudo hizo el Papa León XIV en sus intervenciones, el padre Francesco Ielpo quiso recordar al mundo, a través de su mensaje vinculado a su cargo, lo importante que es la paz. Esta última, de hecho, evoca la esencia del mensaje evangélico. “La paz en la tierra es el reflejo de la gloria de Dios en los cielos. Y la gloria de Dios en la tierra se llama paz”, dijo con firmeza el nuevo Custodio. Luego, casi queriendo grabar en la memoria colectiva el sentido de su presencia, añadió: “Sin paz no hay gloria de Dios”.
Fuente: Vatican News
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