Evangelio del día, 8 de agosto: encontrar la vida verdadera

Seguir a Cristo hasta el final es el gran desafío del discípulo: renunciar a sí mismo para encontrar la vida verdadera. El Evangelio del día 8 de agosto nos interpela radicalmente sobre nuestra idea de éxito y salvación.

Evangelio del día 8 de agosto
Evangelio del día 8 de agosto – LaluzdeMaria

La lectura del texto del evangelista Mateo nos acompaña en un viaje fuera del tiempo. Leemos, en efecto, en el Evangelio del día 8 de agosto, que Jesús habla a sus discípulos de manera directa y conmovedora. Sus palabras están entre las más exigentes y radicales. Pero antes incluso de descubrir lo que pide, podemos notar el tono: no es el de un líder que busca aprobación, sino el de un maestro que anuncia la verdad, incluso cuando esta puede asustar. El Evangelio no es una invitación a la comodidad, sino un llamado a la libertad auténtica.

Evangelio del día, 8 de agosto: renunciar a uno mismo

Del Evangelio según Mateo
Mt 16,24-28

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿O qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre va a venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus obras. En verdad les digo: algunos de los que están aquí presentes no morirán sin haber visto venir al Hijo del hombre con su Reino».

La frase de Cristo sobre “renunciar a uno mismo” es impactante, pero al mismo tiempo representa un punto de inflexión: para seguir a Cristo no basta con admirarlo desde lejos, es necesario entrar en su camino, que pasa por la cruz. Renunciar a uno mismo no significa despreciarse o anular la propia personalidad, sino dejar de poner el propio yo en el centro de todo. Es una liberación del egoísmo que nos aprisiona, una apertura al don total.

Tomar la cruz y seguir a Jesús

Tomar la cruz para seguir el camino de Jesús es, además, otro paso crucial. No toda cruz representa una elección. Pero toda cruz puede ser acogida con amor. La cruz no es solo sufrimiento, sino la responsabilidad diaria de vivir con coherencia el Evangelio, incluso cuando cuesta. Llevar la cruz no significa buscar el dolor, sino afrontar la realidad con fe, sabiendo que Cristo ya la ha recorrido antes que nosotros. La cruz se convierte entonces en el signo de una vida vivida por amor.

La vida verdadera, el Reino

Entonces, ¿cuál es la vida verdadera? Jesús nos enseña que esta se representa en el Reino. Cristo no habla solo de sacrificio, sino que también anuncia una promesa: el Hijo del hombre vendrá «en la gloria de su Padre» y juzgará «según sus obras». Hay un sentido último, hay una justicia más grande, y quien hoy elige seguir a Cristo en la dificultad, mañana verá su rostro en la gloria. Y ya ahora, en el corazón de quien vive por amor, el Reino comienza a abrirse camino.

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