Una invitación fuerte y universal llega desde Roma: el Papa León XIV llama a los fieles a unirse en una jornada de ayuno y oración por la paz. La fecha elegida es el 22 de agosto, memoria litúrgica de la Beata Virgen María.
Como informa la agencia SIR, el Papa León XIV ha anunciado una jornada de ayuno y oración por la paz, a celebrarse el 22 de agosto. La ocasión no es casual: la memoria de la Beata Virgen María, Reina de la Paz, se convierte así en el corazón de un gesto eclesial que une espiritualidad y actualidad.
El Pontífice ha pedido que en todo el mundo católico se ofrezca esta jornada como signo concreto de solidaridad e invocación, en un tiempo marcado por conflictos y tensiones.
El ayuno, en la tradición cristiana, nunca es un gesto en sí mismo. Es una forma de oración encarnada, un modo de hacer espacio a Dios y de compartir espiritualmente el sufrimiento de los pueblos golpeados por la guerra. León XIV subraya cómo esta práctica, unida a la oración, se convierte en un lenguaje universal, capaz de atravesar fronteras y culturas.
En una época en la que el ruido y la prisa parecen dominar, el ayuno recuerda lo esencial, la sobriedad y la responsabilidad hacia el prójimo.
La fecha elegida por el Papa tiene un fuerte valor simbólico: el 22 de agosto la Iglesia celebra a María Reina, quien intercede ante el Hijo como madre y reina de la paz.
La invitación del Pontífice es, por tanto, mirar a María como modelo de esperanza y confianza. Su figura, en la tradición católica, es signo de protección y refugio en las pruebas de la historia. Ofrecerle a Ella una jornada de ayuno y oración significa confiar el mundo entero a su corazón materno.
León XIV no habla solo a los fieles más cercanos. Su mensaje alcanza a toda la comunidad cristiana esparcida en el mundo. El Papa imagina una Iglesia universal que, aun en las diferencias, se une en la invocación de la paz. La oración comunitaria, subraya el Pontífice, tiene un valor único. Crea comunión y fuerza espiritual. Rompe las lógicas de la división y abre caminos nuevos, incluso allí donde los esfuerzos diplomáticos parecen impotentes.
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Esta invitación no se limita al mundo católico. La propuesta del Papa es un llamado abierto a todos, creyentes y no creyentes. El deseo de paz pertenece al corazón humano antes incluso que a las religiones. El ayuno y la oración se convierten en un lenguaje de fraternidad universal. Pueden unir a hombres y mujeres que buscan un futuro sin guerras. La jornada del 22 de agosto, marcada por el llamado del Papa León XIV, será un momento de gran intensidad espiritual. La invitación al ayuno y la oración no es solo un gesto litúrgico. Es también un signo profético: un mundo herido por los conflictos necesita la fuerza suave del Evangelio y la súplica de una Iglesia que aún cree en la paz.
Fuentes: SIR
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