Con el Evangelio del día del 6 de septiembre encontramos a Jesús que nos invita a mirar más allá de las reglas exteriores para redescubrir el corazón de la ley de Dios. Es un pasaje que habla de libertad interior, de fe viva y del señorío de Cristo sobre el tiempo y sobre la vida.

La lectura del Evangelio del día del 6 de septiembre nos lleva a una escena muy precisa. La escena, de hecho, se abre en un día de sábado. Jesús y los discípulos atraviesan campos de trigo y, empujados por el hambre, sus compañeros recogen y comen algunas espigas. Un gesto sencillo, cotidiano, pero que se convierte enseguida en motivo de contestación por parte de los fariseos. Para ellos la ley del descanso es intocable, y hasta frotar granos de trigo es visto como trabajo prohibido. El Evangelio nos introduce así en un conflicto que no es solo jurídico, sino espiritual: ¿qué viene primero, la norma o la vida?
Evangelio del día, 6 de septiembre: la memoria de David
Del Evangelio según San Lucas
Lc 6,1-5
Un sábado Jesús pasaba por campos de trigo y sus discípulos arrancaban y comían las espigas, frotándolas con las manos.
Algunos fariseos dijeron: «¿Por qué hacen en día de sábado lo que no es lícito?».
Jesús les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre? Cómo entró en la casa de Dios, tomó los panes de la ofrenda, los comió y los dio a sus compañeros, aunque no es lícito comerlos sino solo a los sacerdotes?».
Y les decía: «El Hijo del hombre es señor del sábado».
Jesús responde recordando un episodio de la Escritura. Recuerda a David que, hambriento junto con sus hombres, entró en la casa de Dios y comió los panes de la ofrenda, concedidos normalmente solo a los sacerdotes. Es un llamado fuerte: la necesidad del hombre, cuando es verdadera y vital, nunca es contraria a la voluntad de Dios. Jesús no es un legislador rígido, sino un Padre que cuida de sus hijos.
El corazón de la ley
El punto central del Evangelio del día es la frase de Jesús: «El Hijo del hombre es señor del sábado». Con estas palabras, Él no abole el sábado, sino que revela su sentido más profundo. El descanso no es un peso, sino un don: es espacio para la comunión, la gratitud, la vida que se abre a Dios. Si la ley se convierte en instrumento de opresión, pierde su verdad. Cristo no contrapone libertad y regla, sino que muestra que la ley auténtica nace del amor y conduce a él.
Una invitación para nosotros hoy
El Evangelio del día nos interroga sobre nuestra manera de vivir la fe. También nosotros corremos a veces el riesgo de reducir la relación con Dios a un conjunto de deberes y prácticas, olvidando que el centro es la relación viva con Él. Jesús nos recuerda que la ley está al servicio de la vida y no al revés. Si el sábado es memoria de la creación y del don de Dios, Cristo nos muestra que la verdadera fidelidad consiste en abrir el corazón a su presencia, reconociéndolo como Señor del tiempo y de la historia.
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