Con el Evangelio del día del 7 de septiembre nos encontramos ante palabras de Jesús que no dejan indiferente. Es una invitación fuerte, que pide decisión y libertad interior: seguir a Cristo significa elegir con valentía y sin compromisos.

Lucas cuenta, en el Evangelio del día del 7 de septiembre, que “una gran multitud” caminaba con Jesús. Muchos lo seguían, quizá por curiosidad, quizá por esperanza. Pero el Maestro no se conforma con una adhesión superficial: se vuelve y habla con claridad, mostrando lo que realmente implica ser sus discípulos. Jesús pide un amor capaz de ir más allá de todo afecto terreno, incluso los más queridos: padre, madre, hijos, hermanos, hermanas. No significa despreciar estos lazos, sino reconocer que sólo poniendo a Dios en primer lugar podemos vivir de manera auténtica también los demás amores. El amor ordenado se vuelve más verdadero, más libre, más fuerte.
Evangelio del día, 7 de septiembre, llevar la cruz
Del Evangelio según san Lucas
Lc 14,25-33
En aquel tiempo, mucha gente caminaba con Jesús; y él, volviéndose, les dijo:
«Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas e incluso a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que, echando los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, diciendo: “Este hombre comenzó a edificar y no fue capaz de terminar”.
O, ¿qué rey, al salir a guerrear contra otro rey, no se sienta primero a considerar si podrá enfrentarse con diez mil hombres al que viene contra él con veinte mil? Si no, cuando el otro todavía está lejos, le envía una embajada para pedir condiciones de paz.
Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo».
Seguir a Jesús no es un camino fácil. Llevar la cruz significa acoger las dificultades de la vida sin huir de ellas, transformándolas en ocasión de fe. No se trata de buscar el dolor, sino de vivirlo con confianza, sabiendo que la cruz compartida con Cristo se convierte en camino de resurrección.
La sabiduría de la elección
Dos imágenes ayudan a comprender: un hombre que construye una torre y un rey que prepara la guerra. En ambos casos se necesita reflexión, cálculo, discernimiento. También la fe no está hecha de impulsos pasajeros, sino de una decisión madura, capaz de resistir en el tiempo.
Renunciar para ser libres
«Cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo». No es una invitación a despojarse de todo materialmente, sino a vivir los bienes sin ser esclavos de ellos. El discípulo es libre, porque ha encontrado el verdadero tesoro: el mismo Cristo. El Evangelio del día nos llama a una elección radical: seguir a Cristo con un corazón indiviso. No es un peso, sino una liberación: la cruz se convierte en amor vivido y la renuncia se transforma en alegría.
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