El Evangelio del día del 15 de octubre nos invita a mirar dentro de nosotros, a reconocer las incoherencias entre lo que mostramos y lo que vivimos. Jesús, con palabras fuertes pero necesarias, llama a los corazones a la verdad: no basta con observar reglas exteriores si falta el amor.

En el Evangelio del día, Jesús denuncia la hipocresía de los fariseos y de los doctores de la Ley, que cuidan las minucias religiosas pero olvidan la esencia: la justicia y el amor de Dios. Pagan el diezmo incluso de las hierbas más pequeñas, pero ignoran el corazón de la Ley, que es el amor hacia Dios y hacia el prójimo.
Su culto es preciso, pero estéril: es un ritual sin alma. Jesús no desprecia las observancias, pero las pone en su justo lugar. El culto auténtico nace de un corazón libre, capaz de amar sin medida.
Evangelio del día, 15 de octubre: los sepulcros invisibles
Del Evangelio según San Lucas
Lc 11,42-46
En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios! Esto había que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os gustan los primeros asientos en las sinagogas y los saludos en las plazas! ¡Ay de vosotros, porque sois como sepulcros que no se ven, y los hombres pasan por encima sin saberlo!». Intervino uno de los doctores de la Ley y le dijo: «Maestro, al decir esto nos ofendes también a nosotros». Él respondió: «¡Ay también de vosotros, doctores de la Ley, que cargáis a los hombres con pesos insoportables, y vosotros ni con un dedo los tocáis!».
«¡Ay de vosotros, porque sois como sepulcros que no se ven!»: es una imagen durísima. Jesús desenmascara una religiosidad muerta, hecha de exterioridad. Aparentemente puros, los fariseos esconden dentro un vacío.
Estas palabras no quieren condenar, sino despertar. También nosotros, a veces, corremos el riesgo de ser como esos sepulcros: personas que parecen justas pero por dentro están apagadas. Jesús nos llama a reavivar la vida del Espíritu, a hacer coincidir la apariencia con la verdad del corazón.
Pesos insoportables
Cuando el doctor de la Ley protesta, Jesús responde con un nuevo “ay”: «Cargáis a los hombres con pesos insoportables, y vosotros ni con un dedo los tocáis». Es la denuncia de quien transforma la fe en una carga en lugar de una liberación.
El Señor nos invita a una religión que no oprime, sino que libera. La verdadera fe no es una suma de preceptos, sino un encuentro que transforma. No se trata de ejecutar, sino de vivir en el amor.
El corazón de la Ley
En el Evangelio del día del 15 de octubre surge una lección eterna: toda regla tiene sentido solo si nace del amor. Sin amor, incluso el gesto más devoto pierde significado.
La justicia y el amor de Dios son la medida de toda acción creyente. Son la brújula que nos ayuda a discernir lo que realmente importa. Jesús no nos pide ser perfectos, sino auténticos: corazones sencillos, transparentes, capaces de misericordia.
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