Evangelio del día, 21 de octubre: la vigilancia del corazón

El Evangelio del día del 21 de octubre nos habla de vigilancia y esperanza. Esta lectura nos invita a vivir como quien espera con amor a alguien a quien ama. Jesús no habla de miedo ni de ansiedad, sino de una espera gozosa, hecha de luz y de prontitud. Estar preparados no significa vivir con angustia, sino con un corazón que late por el encuentro con Dios.

Evangelio del día, 21 de octubre
Evangelio del día, 21 de octubre – LaluzdeMaria

Jesús, con el Evangelio del día del 21 de octubre, nos pide mantener las “lámparas encendidas”: es la imagen de la fe que no se apaga, incluso cuando la noche parece larga. La lámpara encendida es la luz interior de quien reza, de quien ama, de quien sigue creyendo incluso cuando todo calla. La fe no es un gesto aislado, sino una llama que se alimenta día tras día con gestos de amor y de confianza.

Evangelio del día, 21 de octubre: la espera que transforma

Del Evangelio según San Lucas
Lc 12,35-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Estén preparados, con la cintura ceñida y las lámparas encendidas; sean como los que esperan a su señor cuando regresa de las bodas, para que, cuando llegue y llame a la puerta, le abran enseguida. Dichosos aquellos siervos a quienes el señor, al llegar, encuentre despiertos; en verdad les digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y pasará a servirlos. Y si llega a medianoche o antes del amanecer y los encuentra así, ¡dichosos ellos!».

El señor que regresa de las bodas encuentra a sus siervos despiertos y preparados. Pero la sorpresa del relato es que él mismo, el señor, se pone a servir: “los hará sentar a la mesa y pasará a servirlos”. Dios invierte los papeles, una vez más. La espera no es solo un deber, sino un encuentro con un Amor que se entrega. Quien espera con el corazón abierto descubre que Dios no viene a juzgar, sino a servir, a cuidar.

Velar también en el silencio

“Y si llega a medianoche o antes del amanecer y los encuentra así, ¡dichosos ellos!”: la bienaventuranza nace de la fidelidad oculta, la que no busca aplausos. Velar es permanecer en el bien incluso cuando nadie lo ve, seguir creyendo incluso cuando parece inútil. Es una invitación a la vigilancia del corazón, a la constancia de la fe que no se rinde.

El encuentro

El Evangelio del día del 21 de octubre nos recuerda que la vida cristiana es un camino iluminado por la espera. Cada día puede ser “la noche en que el Señor llama a la puerta”. Y dichoso quien lo acoge, no porque haya previsto todo, sino porque ha mantenido encendido su corazón.

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