Evangelio del día, 23 de octubre: el fuego del amor que purifica

El Evangelio del día del 23 de octubre nos presenta palabras fuertes de Jesús: no un mensaje de calma aparente, sino de fuego y pasión. Es una invitación a dejarse encender por un amor auténtico, capaz de transformar y purificar todo.

Evangelio del día, 23 de octubre
Evangelio del día, 23 de octubre – LaluzdeMaria

El “fuego” del que habla Jesús en el Evangelio del día del 23 de octubre no es el de la destrucción, sino el del Espíritu que renueva. Es el fuego del amor divino que quema la indiferencia, que calienta los corazones fríos e ilumina las zonas de sombra. Cuando Jesús dice “he venido a traer fuego a la tierra”, revela su misión: encender en el mundo la llama de la fe, una luz que no se apaga ni en los momentos más oscuros. Este fuego es pasión por la verdad, sed de justicia, deseo de bien.

Evangelio del día, 23 de octubre: el bautismo de la prueba

Del Evangelio según San Lucas
Lc 12,49-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo un bautismo con el que debo ser bautizado, y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, os digo, sino división. Desde ahora, si en una familia hay cinco personas, estarán divididas tres contra dos y dos contra tres; se dividirán padre contra hijo e hijo contra padre, madre contra hija e hija contra madre, suegra contra nuera y nuera contra suegra».

Jesús también habla de un “bautismo” que aún debe recibir: el de su Pasión. Es una inmersión en el dolor y en el amor al mismo tiempo, un sacrificio que culminará en la Cruz. Su angustia es la de quien ama hasta el final y espera que la obra del Padre se cumpla. Este bautismo de fuego es el camino a través del cual pasa la salvación. No es el sufrimiento por sí mismo, sino el signo de un amor que se entrega totalmente.

La división que nace de la verdad

“¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.” Estas palabras pueden desconcertar. Pero Jesús no invita al conflicto, sino a la elección. Su Evangelio no deja indiferentes: obliga a decidir de qué lado estar. Seguir a Cristo puede significar ir contracorriente, incluso dentro de las relaciones más queridas. La división no nace del odio, sino de la fidelidad a la verdad. Es la consecuencia de una fe viva, que no se doblega ante los compromisos.

Un fuego que custodiar

Hoy el Señor nos pide custodiar este fuego en el corazón. Que no lo dejemos apagar por el miedo o el cansancio. Cada gesto de perdón, cada palabra de esperanza, cada elección de amor sincero alimenta esa llama que Jesús encendió en el mundo. Es un fuego que purifica y renueva, un fuego que transforma nuestra vida en luz para los demás.

Lee también: San Pío: el mes de septiembre marcó una etapa fundamental

Gestione cookie