Evangelio del día, 15 de noviembre: la fuerza de la oración

La oración perseverante es el hilo que une al hombre con Dios incluso en los momentos más duros. El Evangelio del día del 15 de noviembre nos invita a redescubrirla como el respiro del alma.

Evangelio del día, 15 de noviembre
Evangelio del día, 15 de noviembre – LaluzdeMaria

En el corazón del Evangelio del día del 15 de noviembre emerge una invitación sencilla y decisiva: no dejar nunca de orar. La oración perseverante no es un gesto repetitivo, sino una actitud del corazón, una confianza que resiste incluso cuando todo parece detenido. Jesús prepara al lector para una revelación que toca la vida cotidiana sin revelar todavía la fuerza de la imagen que usará para explicarse.

Evangelio del día, 15 de noviembre: la viuda insistente

Del Evangelio según san Lucas
Lc 18,1-8

En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola sobre la necesidad de orar siempre, sin cansarse nunca: «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni tenía consideración por nadie. En esa misma ciudad vivía también una viuda, que acudía a él diciéndole: “Hazme justicia contra mi adversario”. Por algún tiempo él no quiso; pero luego dijo para sí: “Aunque no temo a Dios ni tengo consideración por nadie, como esta viuda me molesta tanto, le haré justicia para que no venga continuamente a importunarme”». Y el Señor añadió: «Escuchen lo que dice el juez injusto. ¿Y Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche? ¿Los hará esperar mucho? Yo les digo que les hará justicia prontamente. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».

La parábola nos presenta a una viuda, símbolo de fragilidad y de soledad en la sociedad de entonces. Y, sin embargo, es ella la protagonista de la historia, ella que no se resigna, que no baja la cabeza, que sigue llamando a la puerta del juez. Su insistencia no nace del capricho, sino de la sed de justicia. Es una figura que también nos habla a nosotros: cuando la vida nos pone delante obstáculos, la fe nos invita a no apagarnos, a no rendirnos, a creer que Dios escucha, incluso cuando el cielo parece mudo.

El juez injusto: Dios no es así

El juez de la parábola es lo opuesto a Dios: duro, indiferente, egoísta. Y, sin embargo, incluso él, al final, cede ante la constancia de la viuda. Jesús utiliza este contraste para mostrarnos una verdad luminosa: si un hombre injusto se deja conmover por la insistencia, ¡cuánto más el Padre bueno escuchará a quien lo invoca con corazón sincero! Esta página nos libera de una imagen distorsionada de la oración: Dios no nos hace esperar por crueldad, sino porque conoce los tiempos de nuestro bien.

“¿Encontrará la fe sobre la tierra?”: la pregunta que nos interpela

El Evangelio se cierra con una pregunta que atraviesa los siglos y llega a nuestro corazón: cuando el Hijo del hombre vuelva, ¿encontrará aún la fe? Es una pregunta que no juzga, sino que despierta. La oración no es solo una petición a Dios, sino el lugar donde la fe se custodia y se alimenta. Orar siempre significa permanecer en relación, mantener encendido un vínculo que da vida, sabiendo que Dios actúa incluso cuando nosotros todavía no vemos el fruto.

Vivir hoy la oración perseverante

En nuestros días frenéticos, a menudo nos cansamos antes de comenzar. Nos desanimamos cuando no vemos resultados inmediatos, cuando los problemas parecen más grandes que nosotros. Pero el Evangelio nos recuerda que la oración perseverante no es magia: es confianza, es fidelidad, es entrega. Es seguir llamando, no porque Dios sea sordo, sino porque nosotros aprendemos a reconocer Su presencia que ya actúa en nuestra vida.

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