Evangelio del día, 25 de noviembre: la confianza vigilante

La confianza vigilante es el aliento de la fe en los momentos en que todo parece derrumbarse. En el Evangelio del día del 25 de noviembre, esta confianza vigilante se convierte en la clave para atravesar tiempos inciertos sin perder la paz interior.

Evangelio del día, 25 de noviembre
Evangelio del día, 25 de noviembre – LaluzdeMaria

El Evangelio del día del 25 de noviembre nos introduce en una escena ordinaria: algunos contemplan la belleza del templo, sus piedras imponentes, los dones votivos. Nada deja intuir lo que Jesús está a punto de revelar. Es en este espacio de espera donde la palabra clave, confianza vigilante, comienza a emerger como una lente para comprender lo que está por suceder.

Evangelio del día, 25 de noviembre: el templo que se derrumba

Del Evangelio según san Lucas
Lc 21,5-11

En aquel tiempo, mientras algunos hablaban del templo, que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «Llegarán días en los que de todo lo que veis no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederán estas cosas y cuál será la señal de que están a punto de ocurrir?». Respondió: «Cuidaos de no dejaros engañar. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Soy yo”, y: “El tiempo está cerca”. ¡No los sigáis! Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterroricéis, porque es necesario que esto ocurra primero, pero no será enseguida el fin».
Luego añadió: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino; y en diversos lugares habrá terremotos, hambres y pestes; y habrá también hechos terribles y señales grandiosas en el cielo».

Jesús desconcierta a los presentes anunciando que de aquel templo grandioso no quedará piedra sobre piedra. Es una imagen poderosa, capaz de tocar también nuestro hoy: lo que parece sólido puede caer, las estructuras que nos tranquilizan pueden derrumbarse.
Pero este derrumbe no es un anuncio de miedo: es una invitación a mirar más allá, a reconocer que la fe no se apoya en lo que poseemos o vemos, sino en Aquel que no pasa.
La confianza vigilante nace precisamente aquí, en comprender que nuestra vida se funda en una presencia que no cae.

No os dejéis engañar: la voz que salva

Los apóstoles preguntan cuándo sucederá todo esto. Jesús no responde con fechas ni detalles, sino con una primera gran enseñanza: «Cuidaos de no dejaros engañar». La vigilancia no es miedo, sino lucidez. Habrá voces seductoras, falsos profetas, personas que prometen salvaciones fáciles. Jesús dice: No los sigáis. La confianza vigilante consiste en reconocer Su voz en medio del ruido del mundo, en no dejarse arrastrar por miedos o ilusiones.

Guerras, revoluciones, señales en el cielo: no es enseguida el fin

Jesús enumera acontecimientos dramáticos: guerras, revoluciones, terremotos, hambres, pestes.
Palabras que parecen describir también nuestro tiempo.
Y, sin embargo, en el corazón de todo esto, Jesús pronuncia la frase que lo cambia todo: «No os aterroricéis». No es el fin, no todavía. El mal hace ruido, pero Dios no pierde el control de la historia.
La confianza vigilante es la elección de creer que, incluso en los días más inquietos, el Señor no nos abandona y sigue guiando la historia hacia su plenitud.

La paz en los días inquietos

El Evangelio de hoy no quiere crear ansiedad. Quiere liberar.
Jesús nos dice que la fe no es un refugio que nos aísla, sino una luz que permite atravesar el mundo sin dejarse arrollar. La confianza vigilante es esta paz profunda que nace de saber que, ocurra lo que ocurra, Dios permanece. Y nos invita a vivir con el corazón despierto, con esperanza firme, con la mirada fija en lo que no pasa.

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