La de los sepulcros blanqueados es una imagen muy fuerte, que se nos presenta en el Evangelio del día del 27 de agosto. Es una palabra que Jesús dirige con fuerza a los escribas y fariseos, pero que continúa interrogándonos también hoy, desenmascarando el riesgo de una fe solo de fachada.

Jesús no se detiene en las bellas apariencias. A través del Evangelio del día del 27 de agosto, Cristo compara a los fariseos con sepulcros blanqueados, lugares que por fuera parecen cuidados y limpios, pero que dentro guardan muerte y corrupción. Es una imagen cruda, que pone de relieve el contraste entre lo que se muestra y lo que se es. No basta con parecer justos, religiosos, devotos: la verdadera fe nace del corazón, y no puede reducirse a un envoltorio exterior.
Evangelio del día: 27 de agosto: el peligro de la hipocresía
Del Evangelio según Mateo
Mt 23,27-32
En aquel tiempo, Jesús habló diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a sepulcros blanqueados: por fuera aparecen bellos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda podredumbre! Así también vosotros: por fuera parecéis justos delante de la gente, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que construís las tumbas de los profetas y adornáis los sepulcros de los justos, y decís: “Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices con ellos en derramar la sangre de los profetas”! Así dais testimonio, contra vosotros mismos, de ser hijos de quienes mataron a los profetas. Pues bien, colmad también vosotros la medida de vuestros padres».
La lectura del Evangelio del día del 27 de agosto es un momento muy importante para comprender a fondo el sentido de la hipocresía, tal como la entiende Jesús. La hipocresía es, de hecho, una máscara que no solo engaña a los demás, sino que sobre todo nos aleja de Dios. Jesús denuncia con decisión a quienes dicen una cosa y viven otra, a quienes honran a los profetas del pasado pero no acogen la voz profética del presente. Esto sucede cada vez que veneramos a los santos pero ignoramos el Evangelio que nos piden encarnar hoy.
La coherencia que salva
Estamos invitados a una elección radical: ser verdaderos delante de Dios. No se trata de perfección, sino de autenticidad. Mejor mostrarse frágiles, pero sinceros, que representar un papel. Jesús nos pide cultivar un corazón limpio, capaz de dejarse purificar por la gracia. Es la coherencia entre fe profesada y vida vivida la que hace creíble al cristiano.
Hoy este pasaje nos provoca a mirar dentro de nosotros: ¿cuáles son nuestras máscaras? ¿Dónde corremos el riesgo de parecer más que de ser? No es una acusación, sino una invitación a caminar en la verdad, porque solo así la fe se convierte en luz para los demás. Los sepulcros blanqueados se convierten entonces en una advertencia a no detenerse en la superficie, sino a dejarse transformar por el Señor que mira el corazón.
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