Evangelio del día, 24 de septiembre: la misión sin cargas

Con el Evangelio del día del 24 de septiembre encontramos un episodio muy preciso respecto a Cristo. Jesús envía a los Doce con pocas instrucciones, pero con una fuerza inmensa: anunciar el Reino y sanar a los enfermos. Es un mandato que no se apoya en medios materiales, sino en la confianza total en Dios.

Evangelio del día, 24 de septiembre
Evangelio del día, 24 de septiembre – LaluzdeMaria

El Evangelio según Lucas nos cuenta que Jesús convoca a los Doce y les da poder y autoridad. No un poder mundano, sino una fuerza espiritual que libera y sana. La misión no parte de capacidades personales, sino de un don recibido. Es el inicio de una nueva historia: Dios elige a hombres frágiles y los convierte en instrumentos de su amor.

Evangelio del día, 24 de septiembre: la pobreza como estilo

Del Evangelio según San Lucas
Lc 9,1-6

En aquel tiempo, Jesús convocó a los Doce y les dio fuerza y poder sobre todos los demonios y para sanar enfermedades. Y los envió a anunciar el Reino de Dios y a curar a los enfermos.
Les dijo: «No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas. En cualquier casa en la que entréis, quedaos allí hasta que os marchéis de aquel lugar. Y si en algún pueblo no os reciben, salid de aquella ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies como testimonio contra ellos».
Entonces ellos salieron y recorrían de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Nueva y curando en todas partes.

Jesús es claro: “No llevéis nada para el camino”. Ninguna seguridad, ningún equipaje pesado, ningún cálculo humano. El anuncio del Evangelio no necesita apoyarse en riquezas o estrategias, sino en la libertad del corazón. La pobreza evangélica se convierte en signo: quien lleva la Palabra no depende de lo que posee, sino de Aquel que lo envía.

La hospitalidad como don recíproco

El mandato de Jesús no se limita al “no llevar”, sino que se abre al “recibir”. Los discípulos están llamados a entrar en las casas, a compartir la vida de quienes los acogen. La hospitalidad se convierte en el terreno donde crece la fraternidad. El anuncio se hace creíble no con discursos solemnes, sino con la sencillez del compartir.

La libertad ante el rechazo

No todos acogen el mensaje. Jesús prepara a los suyos para esta posibilidad: “Sacudid el polvo de vuestros pies”. No es un gesto de desprecio, sino una invitación a la libertad. El Evangelio no se impone, se propone. Donde no es acogido, no queda la amargura del fracaso, sino la certeza de que la Palabra seguirá su camino en otra parte.

Una misión que continúa

Los Doce parten, sencillos y libres, y su misión da fruto: anuncian la Buena Nueva y curan a los enfermos. Es la imagen de la Iglesia de todos los tiempos, llamada a vivir de la misma confianza. También hoy, la verdadera fuerza de la comunidad cristiana no está en los medios que posee, sino en la fidelidad a Cristo que envía.

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