Evangelio del día, 12 de agosto: el camino de la pequeñez

El Evangelio del día del 12 de agosto nos lleva al corazón de la enseñanza de Jesús: para entrar en el Reino de Dios no bastan títulos o méritos, sino que se necesita la simplicidad y la confianza de un niño.

Evangelio del día 12 de agosto
Evangelio del día 12 de agosto

La lectura del Evangelio del día del 12 de agosto nos sitúa frente a una de las enseñanzas más importantes de Cristo Jesús. En esta ocasión, los discípulos hacen a Jesús una pregunta que revela su mentalidad humana: ¿quién será el más grande en el Reino? Buscan una clasificación, un reconocimiento. Jesús cambia la perspectiva e indica un camino sorprendente: el de la humildad y la acogida. El Salvador Jesús pone delante de todos a un niño. Es un gesto muy importante. En un contexto en el que los pequeños no tenían ningún peso social, es un manifiesto de su estilo. Ser como un niño significa confiar, saber que dependemos del Padre, no sentirnos autosuficientes. Es una invitación a la conversión interior: abandonar el orgullo y aprender la libertad de quien vive sabiendo que es amado sin condiciones.

Evangelio del día, 12 de agosto: el valor de los pequeños

Del Evangelio según san Mateo
Mt 18,1-5.10.12-14

En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús diciendo: «¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?». Entonces llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo:
«En verdad os digo: si no os convertís y no os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los cielos. Por eso, quien se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el Reino de los cielos. Y quien acoja a un solo niño como este en mi nombre, a mí me acoge.
Mirad que no despreciéis a uno solo de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, ¿no dejará las noventa y nueve en los montes e irá a buscar la que se perdió? En verdad os digo: si logra encontrarla, se alegrará más por esa que por las noventa y nueve que no se habían perdido. Así es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos: que ninguno de estos pequeños se pierda».

Hay que prestar mucha atención al valor de los pequeños. Cuando Jesús dice que no se desprecie a ninguno de estos pequeños, recuerda que ante los ojos de Dios cada persona es preciosa. “Pequeños” no son solo los niños, sino también los frágiles, los pobres, los marginados, aquellos que el mundo tiende a ignorar. La imagen de los ángeles que contemplan siempre el rostro del Padre es una forma poderosa de decir que los más vulnerables están constantemente bajo su protección.

El Reino de los Cielos

¿Qué representa entonces, a la luz de todo lo que el Señor nos ha enseñado a través de este hermoso texto del evangelista Mateo, el Reino de los Cielos? No es en absoluto una meta para quien destaca, sino un don para quien sabe ponerse en el último lugar. Es la revolución silenciosa de Jesús: ser grande ante Dios significa hacerse pequeño ante los hombres, y amar hasta cargar con aquel que se ha perdido.

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